jueves, 5 de abril de 2012

ATLETA II ( MOVENS ATHLETA )



( Nota para inexpertos: No lo intentes en tu casa. El instinto depredador no siempre funciona en condiciones y en más de una ocasión he estado a punto de llevarme un par de hostias por mi arrogancia al suponer que, como dice el refrán "todo-el-monte-es-orégano".

Por desgracia, no todos los hombres son gays, y eso lo hace todo un poco más...complicado.

Pero Deportista es uno de los aciertos y por ello es ahora recordado. Para que cuando el viejo verde concupiscente en el que me convertiré en el futuro hojee estas crónicas no caiga en una crisis de autoestima y se recuerde a sí mismo nada más como el gran follador que fue.

¿Que hay más hermoso que conseguir la sonrisa de un viejecito?...)

Deportista, en efecto, no vuelve por el bar ni el lunes, ni el martes ni tampoco el míércoles. 
Tengo una semana tan jodida de curro que el rato que paso por allí para tomar el café ni siquiera me acuerdo del asunto o al menos no tengo tiempo de darle importancia, con la cabeza dándole vueltas a historias que nada tienen que ver con todo esto. Tan solo el jueves, que finalizados los problemas bajamos la mitad de la oficina a tomar un vermur y liberar tensiones, me viene a la cabeza y en un aparte le pregunto al camarero
"que ha sido de mi amigo el del chandal, que hace días que no le veo"
"ni puta idea, esta semana no ha pasado por aquí. Se le habrá encogido un tendón o algo, ¿no?" dice y me guiña un ojo con complicidad.

Me concedo unos segundos para pensar de una manera muy vaga si le habré traumatizado con los nuevos horizontes que he dejado abiertos en su perspectiva del rollo sexual, y si no habrá cortado  los diez años de relación que le imagino co nsu rubia novia del instituto a causa de una mamada precipitada en los lavabos del gimnasio. Pasados los segundos de conciencia humanitaria, vuelvo a olvidar la cuestión y así podría haber quedado, pero cuando llego el viernes a la hora de todos los días...

...ahí está Deportista, con la cara un poco más blanca que de costumbre y un atuendo (pantalones oscuros, camisa de cuadros) que no hace pensar que vaya a visitar el gimnasio de modo inminente.
Para colmo está tomando una cerveza en vez del brebaje saludable habitual, lo cual me pone en guardia. Me siento en el extremo más alejado de la barra haciendo como que no le he visto, cojo el periódico y me enfrasco en la lectura de las necrológicas, pero sé reconocer a la presa débil cuando ya está a punto de caer y sé que solo tengo que sentarme, afilar las garras y esperar.

A los dos minutos aspiro el olor a gel sin alcoholes ni polifenoles cerca de mi.

Vuelvo la cabeza y le veo a él, con la cerveza en la mano y sonriendo, aunque luciendo un brillo de inseguridad en la mirada.
"hombre que tal" digo palmeándole el hombro muy a su manera "te he echado de menos esta semana, ¿has estado lesionado?" ( pienso añadir "¿no es demasiado pronto para una cerveza?" pero aunque en ocasiones lo parezca, no soy en absoluto cruel )
Deportista se sienta en el taburete que hay al lado, en un alarde de osadía coloca la palma de su mano sobre mi muslo y dice
"no, he estado pensando" mira la mano que me ha puesto en la pierna como si no pudiese recordar cuando llegó allí y añade "oye, me gustaría repetir lo del otro día, pero en un sitio en el que podamos estar más relajados. Que me dices."
A modo de fogonazos me asaltan hipóteticos planos del vello de ese culo blanco que imaginé en su momento y siento que me empalmo.
"bueno...claro" digo sonriendo aunque al momento compongo una expresión compungida y añado en voz baja "...si tu estás seguro, claro, el otro día me dio la sensación de que todo esto no acababa de convencerte y no quiero empujarte a cometer un error"
La mano se agarra a mi muslo y él se inclina hacia mi despidiendo en su aliento una previsible nube de Licor del Polo
"...¡claro que estoy seguro!...llevo toda la semana dándole vueltas y no sé...me estoy volviendo loco y creo que lo mejor es hacerlo contigo de una vez y quitarme las dudas de la cabeza."
"entonces genial" respondo "¿cuando quieres que sea? ¿esta tarde?...¿quieres que vaya a tu casa?"

Pregunta trampa. Sin que me lo diga barrunto que vive con sus padres y no estoy equivocado.

Así que sin hacer elucubraciones sobre mis posibilidades, le cito en una pensión del centro a donde suelo llevar a mis víctimas si la cosa promete. Un sitio absolutamente espantoso, sospecho que con chinches y que huele a las innumerables corridas que han empapado los colchones, pero conviene que Deportista vaya conociendo todas las caras de este asunto ahora que está empezando.

Anota la dirección y se escapa corriendo como una colegiala.

Diez horas después le espero tumbado sobre un colchón sin mantas con los calzoncillos nada más, en  la penumbra de una habitación que está oscura porque la única ventana da a un patio interior de un par de metros de ancho.
Tengo una severa disciplina planeada para aplicarle a Deportista, un cursillo acelerado sobre todo lo que puede encontrarse para ayudarle a discernir y saber decir "sí" o decir "no" en el momento oportuno. Entretanto me pongo a pensar en el soñado culo y me dedico a acariciar mi erección distraidamente esperando estar preparado cuando él aparezca...

...cuando por fin encuentro a Deportista han pasado por lo menos ocho meses. Me supongo que en el último momento, asaltado por algo parecido al pánico escénico, nunca apareció en la pensión cutre.
O igual llegó al recibidor, vio el estado del establecimiento y salió por patas,  no lo sé. Pero cuando le vuelvo a ver está en un local de "ambiente" con una camiseta de rollo marinero a rayas azules y blancas, unos vaqueros marcando paquete y el pelo engominado.
Ahora luce una pequeña barriguita cervecera y en vez de oler a jabón dermoprotector, apesta a alguno de esos perfumes caros y excesivos que abundan por ahí. Frente a él un amiguito rubio con un flequillo que dan ganas de sujetar con una pinza en lo alto de la cabeza para facilitarle la visión y uniformidad parecida , empieza a menear el trasero al verme aparecer.
"Vaya" dice Deportista con los ojos como platos sin saber si sonreir o componer un gesto serio "qué tal"
Le dedico una sonrisa sin alegría y respondo
"Me debes una"
Despues sin miramientos le arrastro al cuarto oscuro del chiringuito, le estrello contra la pared, dejo por fin el maldito culo al aire  (que resplandece en la penumbra como si poseyese una luminiscencia propia ), le meto uno, dos, tres dedos mientras chilla un poco pero solo de mentiras porque se nota que no es la primera vez que se ve en el mismo apuro, a continuación me lo follo sin pensar ni por un instante en su placer, me lo follo a mi conveniencia y con rapidez hasta que me corro y le aparto de un empujón.
Se queda ahí con las nalgas brillando en la oscuridad y siento que si quisiera podría engancharme de ese culo perfecto. Tengo la tentación de levantarle, mostrarme cariñoso, llevármelo a algún sitio y continuar follándomelo hasta no poder más, pero no lo hago.

Me cierro la bragueta y desaparezco.

Adios, Deportista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El depredador agradecerá su valoración...